Fomentar la resiliencia en los entornos educativos mediante aprendizajes transdisciplinarios y experiencias sensoriales en la naturaleza ha sido el eje central de diversos proyectos llevados a cabo en las comunas de Curarrehue, Pucón y Villarrica en la región de La Araucanía. Estas propuestas formaron parte del programa Docente Activo 2024 de Fundación Mar Adentro (FMA), que reunió a nueve duplas de educadores para elaborar estrategias orientadas a abordar problemáticas específicas de sus contextos escolares, desde el fortalecimiento de habilidades socioemocionales hasta la resolución de desafíos medioambientales en sus comunidades. Desde 2012, el programa Docente Activo ha convocado a educadores a ser parte de una experiencia colectiva de aprendizaje en la naturaleza, con el objetivo de promover los vínculos socioecológicos, artísticos y bioculturales. Este año, bajo el concepto de resiliencia, participaron en actividades artísticas, científicas y sensoriales, con el propósito de adquirir nuevas herramientas que les permitan integrar arte y ecología en su proceso de enseñanza. La directora de aprendizajes de Fundación Mar Adentro, Manuela Méndez, destacó que “los procesos de observación en la naturaleza, en diálogo con una perspectiva socioecológica, ofrecen herramientas y creatividad que enriquecen nuestras prácticas educativas. A partir de metáforas ecológicas que relevan la capacidad colectiva de aprendizaje, auto-organización y adaptación tras momentos de crisis, los docentes desarrollaron iniciativas enfocadas en desafíos como la desconexión de las infancias con el entorno natural y los saberes bioculturales, la necesidad de apoyo en procesos de adaptación escolar, la resolución de conflictos en el aula, la gestión eficiente del agua y la restauración de relaciones sociales en las comunidades educativas, entre otros temas. Pedagogías sensibles para regenerar Mediante metodologías basadas en el juego, la escucha activa y la experiencia sensorial, se fortalecieron habilidades socioemocionales como la resolución de conflictos y el autocuidado, beneficiando tanto a alumnos, profesores y familias. Asimismo, se establecieron acciones educativas con foco territorial, para poner en valor e integrar saberes locales y reconexión de niños y jóvenes con el entorno natural. Un ejemplo es el proyecto Puelche: utilizando el conflicto como semilla, llevado a cabo en el Colegio Santa Cruz de Villarrica por los profesionales Karla Leiva (Ciencias Naturales) y Alberto Cofré (Artes Visuales). Frente a problemas de comunicación entre los jóvenes, que a menudo derivaban en conflictos y actos de violencia escolar, implementaron actividades orientadas a impulsar habilidades comunicativas, el desarrollo emocional y la empatía. Según explicó Cofré, estas dificultades se vieron agudizadas por el impacto de las redes sociales y las secuelas de la pandemia, una situación que se refleja en última Encuesta Nacional de la Juventud, donde el 46% de los jóvenes entre 15 y 19 años reportó haber enfrentado situaciones de violencia en sus escuelas. El plan incluyó actividades basadas en experiencias estéticas y sensoriales para incentivar la escucha activa, la observación y una comunicación efectiva. Por ejemplo, se realizaron ejercicios donde algunos participantes debían escuchar instrucciones para preparar alimentos con los ojos cerrados, y actividades de creación de relatos personales a partir de imágenes. La única regla fue no interrumpir mientras otra persona se expresaba. Este ejercicio generó un impacto significativo: los estudiantes descubrieron aspectos desconocidos de sus compañeros y aprendieron a valorar el acto de escuchar, comentó Cofré. Asimismo, estas experiencias revelaron la importancia de espacios seguros para la expresión personal. “Cuando los jóvenes no encuentran un lugar seguro para expresarse, las emociones reprimidas pueden manifestarse como conflictos o violencia”, señaló Cofré, quien además reflexionó sobre la importancia de brindar espacios para el desarrollo emocional de niños y jóvenes, fundamental para su proceso de aprendizaje. “Dedicar tiempo a atender sus necesidades socioemocionales, aunque sea unos minutos al inicio de la clase, puede marcar una gran diferencia”, concluyó. Bienestar y vínculos en la comunidad educativa Las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa —niños/as, profesores, directivos y familias— constituyen un pilar fundamental en el proceso de enseñanza en el aula. Por un lado, la labor docente implica múltiples desafíos, entre ellos, la necesidad de fomentar el bienestar laboral en el ámbito escolar. A su vez, las familias y tutores deben involucrarse activamente en el proceso de aprendizaje de sus hijos. En el caso del Complejo Educacional Ruka Ngen de Curarrehue, el equipo de profesionales enfrentó importantes dificultades tras la pandemia, particularmente relacionadas al estrés y falta de motivación. Para abordar está problemática, las educadoras Valentina Campos (educación diferencial) y Doris Quintuman (educación general básica intercultural), al participar del programa Docente Activo crearon el plan pedagógico El despertar de Ngen: adaptación de la comunidad educativa tras la crisis socioecológica. A través de actividades artísticas y sensoriales, los profesores reflexionaron sobre la resiliencia personal y colectiva, así como el valor del autocuidado, la colaboración y el intercambio de perspectivas entre los miembros de la comunidad educativa. Según Valentina Campos, el objetivo fue comprender que para transmitir bienestar a los estudiantes, los docentes deben cultivar su propio bienestar. “Al igual que la naturaleza, necesitamos pasar por ciclos: quebrarnos, renovarnos y florecer, mientras mantenemos la conciencia de cada etapa”, reflexionó. Por otra parte, las escuelas rurales presentan desafíos propios. Según explicó la educadora diferencial, Natalia Salazar, en estas zonas la población adulta enfrenta barreras como el analfabetismo, el alcoholismo y la baja autoestima, lo que no solo afecta a los adultos, sino también al desarrollo emocional de los niños. “Si un niño no está conectado emocionalmente consigo mismo, no podrá aprender adecuadamente”, señaló. Ante esta realidad, junto a su colega Braulio Muñoz, también educador diferencial, diseñaron un proyecto en la Escuela Particular N° 200 Panque de Curarrehue, enfocado en potenciar la conexión entre los jóvenes y sus familias mediante metodologías artísticas y educación socioecológica. A través de dinámicas lúdicas y reflexivas, se promovió el fortalecimiento del vínculo emocional entre apoderados e hijos, fomentando un ambiente de respeto, confianza y colaboración. Según Braulio Muñoz, la puesta en valor de los conocimientos de los padres es esencial para incentivar su compromiso con la educación de sus hijos. “Los padres no siempre se dan cuenta de la importancia de su conocimiento, pero ese saber ha sostenido a las familias por generaciones. Revalorar este conocimiento es clave para estimular el sentido de pertenencia de las familias con la comunidad educativa”, señaló. Además, subrayó el potencial transformador de los espacios formativos indicando que “el rol del educador va más allá de cumplir con los requerimientos del sistema. Los espacios educativos deben transformar vidas, proporcionar herramientas para superar dificultades”, concluyó. El plan también enfatizó en el valor de la cultura local y las tradiciones rurales para fortalecer la identidad de los alumnos y su conexión con el territorio. Natalia Salazar destacó la relevancia de que los niños y jóvenes aprendan a valorar sus raíces: “Es fundamental que reconozcan el conocimiento y las habilidades que adquieren en su entorno, desde el trabajo en la tierra hasta las tradiciones ancestrales. Rescatar lo local es aprender a valorarnos a nosotros mismos y lo que nos rodea”, comentó. Reconexión con el territorio Promover el cuidado, el respeto y la defensa de los valores ambientales desde una mirada ecológica e intercultural fue el foco de Chöyun. Restauración del río Trancura, ejecutado por Gerela Lifche Lepin (artes visuales y lengua indígena) y Helga Krause (ciencias, lenguaje y matemáticas) de la Escuela San Luis de Curarrehue. Por medio de talleres de ciencias, agroecología, arte y mapudungun, los integrantes de esta escuela aprendieron a reconocer el espacio natural y la biodiversidad. Además, observaron y recolectaron agentes contaminantes del río Trancura junto a la realización de cartografías con el fin de diferenciar agentes contaminantes con foco en reciclaje. A través del intercambio de relatos sobre el territorio con sus padres, los niños y jóvenes pudieron conocer y conectar con los recuerdos y saberes ancestrales de sus familias, sensibilizándolos sobre los cambios en su entorno a lo largo del tiempo. Según explicó Gerela, la integración de los padres al proceso de aprendizaje permitió consolidar el vínculo entre los estudiantes y sus hogares, agregando que “al valorar estos conocimientos, los participantes comprendieron la riqueza del saber local y cómo se cruza con su educación, creando una experiencia intercultural y un fuerte sentido de pertenencia y gratitud hacia su comunidad”, finalizó. Convocatoria Docente Activo 2025 Docente Activo, de Fundación Mar Adentro (FMA), es un programa de formación y acompañamiento para docentes y educadores, que ofrece experiencias de co-aprendizaje para promover la conexión y cuidado de los ecosistemas de los territorios a través de la experimentación artística. La encargada de este programa, Amparo Irarrázaval, explica que la finalidad del programa es compartir experiencias significativas y brindar herramientas para llevar a la práctica metodologías educativas que “fomenten una esperanza activa ante la crisis socioecológica, promoviendo la formación de agentes de cambio comprometidos con la sustentabilidad ecológica, social y educativa. La convocatoria 2025 invitará a educadores de las comunas de Villarrica, Pucón, Curarrehue, Pitrufquén y Freire a vivir una experiencia de aprendizaje en la naturaleza. Este proceso estará abierto desde el 24 de febrero al 24 de marzo de 2025. Todos los detalles para postular serán comunicados próximamente en la web de Fundación Mar Adentro. Información periodística: Rocío Olmos de Aguilera, coordinadora de comunicaciones de Fundación Mar Adentro. +56 9 92650725
Fomentar la resiliencia en los entornos educativos mediante aprendizajes transdisciplinarios y experiencias sensoriales en la naturaleza ha sido el eje central de diversos proyectos llevados a cabo en las comunas de Curarrehue, Pucón y Villarrica en la región de La Araucanía. Estas propuestas formaron parte del programa Docente Activo 2024 de Fundación Mar Adentro (FMA), que reunió a nueve duplas de educadores para elaborar estrategias orientadas a abordar problemáticas específicas de sus contextos escolares, desde el fortalecimiento de habilidades socioemocionales hasta la resolución de desafíos medioambientales en sus comunidades. Desde 2012, el programa Docente Activo ha convocado a educadores a ser parte de una experiencia colectiva de aprendizaje en la naturaleza, con el objetivo de promover los vínculos socioecológicos, artísticos y bioculturales. Este año, bajo el concepto de resiliencia, participaron en actividades artísticas, científicas y sensoriales, con el propósito de adquirir nuevas herramientas que les permitan integrar arte y ecología en su proceso de enseñanza. La directora de aprendizajes de Fundación Mar Adentro, Manuela Méndez, destacó que “los procesos de observación en la naturaleza, en diálogo con una perspectiva socioecológica, ofrecen herramientas y creatividad que enriquecen nuestras prácticas educativas. A partir de metáforas ecológicas que relevan la capacidad colectiva de aprendizaje, auto-organización y adaptación tras momentos de crisis, los docentes desarrollaron iniciativas enfocadas en desafíos como la desconexión de las infancias con el entorno natural y los saberes bioculturales, la necesidad de apoyo en procesos de adaptación escolar, la resolución de conflictos en el aula, la gestión eficiente del agua y la restauración de relaciones sociales en las comunidades educativas, entre otros temas. Pedagogías sensibles para regenerar Mediante metodologías basadas en el juego, la escucha activa y la experiencia sensorial, se fortalecieron habilidades socioemocionales como la resolución de conflictos y el autocuidado, beneficiando tanto a alumnos, profesores y familias. Asimismo, se establecieron acciones educativas con foco territorial, para poner en valor e integrar saberes locales y reconexión de niños y jóvenes con el entorno natural. Un ejemplo es el proyecto Puelche: utilizando el conflicto como semilla, llevado a cabo en el Colegio Santa Cruz de Villarrica por los profesionales Karla Leiva (Ciencias Naturales) y Alberto Cofré (Artes Visuales). Frente a problemas de comunicación entre los jóvenes, que a menudo derivaban en conflictos y actos de violencia escolar, implementaron actividades orientadas a impulsar habilidades comunicativas, el desarrollo emocional y la empatía. Según explicó Cofré, estas dificultades se vieron agudizadas por el impacto de las redes sociales y las secuelas de la pandemia, una situación que se refleja en última Encuesta Nacional de la Juventud, donde el 46% de los jóvenes entre 15 y 19 años reportó haber enfrentado situaciones de violencia en sus escuelas. El plan incluyó actividades basadas en experiencias estéticas y sensoriales para incentivar la escucha activa, la observación y una comunicación efectiva. Por ejemplo, se realizaron ejercicios donde algunos participantes debían escuchar instrucciones para preparar alimentos con los ojos cerrados, y actividades de creación de relatos personales a partir de imágenes. La única regla fue no interrumpir mientras otra persona se expresaba. Este ejercicio generó un impacto significativo: los estudiantes descubrieron aspectos desconocidos de sus compañeros y aprendieron a valorar el acto de escuchar, comentó Cofré. Asimismo, estas experiencias revelaron la importancia de espacios seguros para la expresión personal. “Cuando los jóvenes no encuentran un lugar seguro para expresarse, las emociones reprimidas pueden manifestarse como conflictos o violencia”, señaló Cofré, quien además reflexionó sobre la importancia de brindar espacios para el desarrollo emocional de niños y jóvenes, fundamental para su proceso de aprendizaje. “Dedicar tiempo a atender sus necesidades socioemocionales, aunque sea unos minutos al inicio de la clase, puede marcar una gran diferencia”, concluyó. Bienestar y vínculos en la comunidad educativa Las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa —niños/as, profesores, directivos y familias— constituyen un pilar fundamental en el proceso de enseñanza en el aula. Por un lado, la labor docente implica múltiples desafíos, entre ellos, la necesidad de fomentar el bienestar laboral en el ámbito escolar. A su vez, las familias y tutores deben involucrarse activamente en el proceso de aprendizaje de sus hijos. En el caso del Complejo Educacional Ruka Ngen de Curarrehue, el equipo de profesionales enfrentó importantes dificultades tras la pandemia, particularmente relacionadas al estrés y falta de motivación. Para abordar está problemática, las educadoras Valentina Campos (educación diferencial) y Doris Quintuman (educación general básica intercultural), al participar del programa Docente Activo crearon el plan pedagógico El despertar de Ngen: adaptación de la comunidad educativa tras la crisis socioecológica. A través de actividades artísticas y sensoriales, los profesores reflexionaron sobre la resiliencia personal y colectiva, así como el valor del autocuidado, la colaboración y el intercambio de perspectivas entre los miembros de la comunidad educativa. Según Valentina Campos, el objetivo fue comprender que para transmitir bienestar a los estudiantes, los docentes deben cultivar su propio bienestar. “Al igual que la naturaleza, necesitamos pasar por ciclos: quebrarnos, renovarnos y florecer, mientras mantenemos la conciencia de cada etapa”, reflexionó. Por otra parte, las escuelas rurales presentan desafíos propios. Según explicó la educadora diferencial, Natalia Salazar, en estas zonas la población adulta enfrenta barreras como el analfabetismo, el alcoholismo y la baja autoestima, lo que no solo afecta a los adultos, sino también al desarrollo emocional de los niños. “Si un niño no está conectado emocionalmente consigo mismo, no podrá aprender adecuadamente”, señaló. Ante esta realidad, junto a su colega Braulio Muñoz, también educador diferencial, diseñaron un proyecto en la Escuela Particular N° 200 Panque de Curarrehue, enfocado en potenciar la conexión entre los jóvenes y sus familias mediante metodologías artísticas y educación socioecológica. A través de dinámicas lúdicas y reflexivas, se promovió el fortalecimiento del vínculo emocional entre apoderados e hijos, fomentando un ambiente de respeto, confianza y colaboración. Según Braulio Muñoz, la puesta en valor de los conocimientos de los padres es esencial para incentivar su compromiso con la educación de sus hijos. “Los padres no siempre se dan cuenta de la importancia de su conocimiento, pero ese saber ha sostenido a las familias por generaciones. Revalorar este conocimiento es clave para estimular el sentido de pertenencia de las familias con la comunidad educativa”, señaló. Además, subrayó el potencial transformador de los espacios formativos indicando que “el rol del educador va más allá de cumplir con los requerimientos del sistema. Los espacios educativos deben transformar vidas, proporcionar herramientas para superar dificultades”, concluyó. El plan también enfatizó en el valor de la cultura local y las tradiciones rurales para fortalecer la identidad de los alumnos y su conexión con el territorio. Natalia Salazar destacó la relevancia de que los niños y jóvenes aprendan a valorar sus raíces: “Es fundamental que reconozcan el conocimiento y las habilidades que adquieren en su entorno, desde el trabajo en la tierra hasta las tradiciones ancestrales. Rescatar lo local es aprender a valorarnos a nosotros mismos y lo que nos rodea”, comentó. Reconexión con el territorio Promover el cuidado, el respeto y la defensa de los valores ambientales desde una mirada ecológica e intercultural fue el foco de Chöyun. Restauración del río Trancura, ejecutado por Gerela Lifche Lepin (artes visuales y lengua indígena) y Helga Krause (ciencias, lenguaje y matemáticas) de la Escuela San Luis de Curarrehue. Por medio de talleres de ciencias, agroecología, arte y mapudungun, los integrantes de esta escuela aprendieron a reconocer el espacio natural y la biodiversidad. Además, observaron y recolectaron agentes contaminantes del río Trancura junto a la realización de cartografías con el fin de diferenciar agentes contaminantes con foco en reciclaje. A través del intercambio de relatos sobre el territorio con sus padres, los niños y jóvenes pudieron conocer y conectar con los recuerdos y saberes ancestrales de sus familias, sensibilizándolos sobre los cambios en su entorno a lo largo del tiempo. Según explicó Gerela, la integración de los padres al proceso de aprendizaje permitió consolidar el vínculo entre los estudiantes y sus hogares, agregando que “al valorar estos conocimientos, los participantes comprendieron la riqueza del saber local y cómo se cruza con su educación, creando una experiencia intercultural y un fuerte sentido de pertenencia y gratitud hacia su comunidad”, finalizó. Convocatoria Docente Activo 2025 Docente Activo, de Fundación Mar Adentro (FMA), es un programa de formación y acompañamiento para docentes y educadores, que ofrece experiencias de co-aprendizaje para promover la conexión y cuidado de los ecosistemas de los territorios a través de la experimentación artística. La encargada de este programa, Amparo Irarrázaval, explica que la finalidad del programa es compartir experiencias significativas y brindar herramientas para llevar a la práctica metodologías educativas que “fomenten una esperanza activa ante la crisis socioecológica, promoviendo la formación de agentes de cambio comprometidos con la sustentabilidad ecológica, social y educativa. La convocatoria 2025 invitará a educadores de las comunas de Villarrica, Pucón, Curarrehue, Pitrufquén y Freire a vivir una experiencia de aprendizaje en la naturaleza. Este proceso estará abierto desde el 24 de febrero al 24 de marzo de 2025. Todos los detalles para postular serán comunicados próximamente en la web de Fundación Mar Adentro. Información periodística: Rocío Olmos de Aguilera, coordinadora de comunicaciones de Fundación Mar Adentro. +56 9 92650725